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mercoledì 13 maggio 2009

Guia rapida al culto de Cristo Morado


















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martedì 28 aprile 2009

Los Personages de la Procesion

Las Cuadrillas

Conocidos por ser aquellos devotos que soportan sobre sus hombros el peso del anda del Señor de los Milagros. En un inicio era gente del pueblo, resistente al esfuerzo por ese hábito de saber soportar el peso de la vida. Devotos enfundados en ternos, vestidos por un hábito morado que llevan sujeto por un cordón blanco, llamado de los milagros. Con el tiempo las cuadrillas están formadas por todas las clases sociales, es un honor que comparte pobres y ricos, criollos, mestizos y morenos. Todos ellos tienen en común una enorme fe en el señor de los milagros y una pasión por perpetuar esta creencia.
Las Mixtureras
En la actualidad ya no existen las mixtureras, que en su momento fueron las esclavas negras que llevaban sobre sus cabezas grandes azafates repletos de flores. Dicen los cronistas que destacaban del resto por usar grandes aretes, brillantes anillos y cubrir sus cabezas de blancas mantillas. Hoy como decía al principio los mixtureros tiene la misión de cambiar los arreglos florales o los cirios consumidos del anda, encendiendo uno nuevo en su lugar.

Las Sahumadoras
Se dice que la tradición de las sahumadoras se remonta a los orígenes de esta tradición en 1671 pero recién el 20 de agosto de 1958 se formalizó su participación dentro de la Hermandad del Señor de los Milagros. Dice la historia que durante la colonia las sahumadoras eran en su mayoría las criadas de las familias aristocráticas que asistían a la procesión con ostentosos pebeteros de plata labrada y vestidas cuidadosamente con trajes de raya y seda, joyas valiosas y zapatitos talqueados.En la actualidad el grupo de sahumadoras suma casi trescientas cincuenta integrantes que prestan apoyo social a los niños y los ancianos, pero que tienen dentro de su principal objetivo perfurmar el camino al Cristo morado empleando carbón de sauce y una mezcla de sahumerio, incienso y mirra. Su hábito morado es suelto, sin aberturas, con dos cordones blancos y una mantilla de igual color.
El grupo de cantoras
En la actualidad el grupo está integrado por más de doscientas sesenta cantoras. El requisito principal es tener un buen timbre de voz y memorizarse el repertorio de más de sesenta canciones y asistir a los ensayos semanales. El grupo de cantoras pasó a formar parte de la hermandad oficialmente 18 de octubre de 1967, pero como grupo acompañan al Cristo de Pachacamilla desde hace mucho tiempo.

Las Bandas musicales
Está formada por las Bandas de Música de la Policía Nacional, del Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea. Cada agrupación alterna su labor cada cuatro horas, de tal manera que siempre hay un acompañamiento musical en la procesión. La primera banda a creado más de cien marchas a las que denominan Señor de los Milagros y les ha servido para viajar a Washington, Miami y Nueva York donde hay alrededor de seis mil peruanos residentes que, con la misma fe, organizan cada año su procesión.

Los Veleros
En la actualidad ya no existen estos personajes que destacaron en tiempos de la colonia gracias a unos pequeños candiles que portaban en las procesiones y cuyo objetivo como es fácil inferir era iluminar las oscuras calles por donde transitaba el señor de los milagros. Las velas que llevaban poco a poco fueron adquiriendo un carácter artístico hasta que se convirtieron en largos cirios labrados con gracia que acompañaban al cristo morado y que al final de la jornada eran dejados como ofrendas en el Templo de las Nazarenas.En la actualidad han sobrevivido los cirios de color morado muy cotizados, algunos de los cuales pueden llegar a medir más de 2 metros.

Los Faroleros
Estos personajes han ido desapareciendo con el presente siglo. En el pasado, cuando los hermanos faroleros escuchaban en su parroquia el sonido de una campanilla acudían rápidamente para acompañar y alumbrador la salida del Santísimo.
Durante la procesión del Patronato de la Ciudad, los faroleros concurrían luciendo sus hábitos morados y acompañaban todo el tiempo con grandes y adornadas luminarias.
Los Penitentes
Como su nombre los describe estos personajes son aquellos que se auto encomiendan penas que deben padecer como una forma de expiar sus culpas o pecados. En la antigüedad los penitente tenían la tarea de pedir limosnas. Hoy son devotos que ante un favor concedido padecen un sacrificio físico que cumplen a costa de gran sufrimiento como una muestra de fe y agradecimiento. Las promesas más comunes son andar de rodillas largas cuadras o caminar con los pies descalzos durante los tres días que dura la procesión.

martedì 14 aprile 2009

Su Historia

A mediados del siglo XVII, Lima, una ciudad que hoy alberga más de 7 millones de habitantes, cobijaba apenas unas 35,000 personas; cantidad que se iría incrementando progresivamente por el arribo de miles de variopintos personajes empujados por las noticias de una prosperidad fácil de alcanzar en la capital.

La mayor parte de estos inmigrantes provenían de la costa atlántica del Africa Occidental, en ese entonces ocupada por colonizadores portugueses. Estos grupos se dividían en castas como la de los Congos, Mantengas, Bozales, Cambundas, Misangas, Mozambiques, Terranovas, Carabelíes, Lúcumos, Minas y Angolas.Estos últimos estaban reunidos en cofradías que adoraban distintas imágenes o santos de su devoción. Esos actos religiosos les recordaban su libertad y cantaban nostálgicamente en su lengua original canciones de sus antepasados; también se ocupaban de la atención a los enfermos y aseguraban a sus miembros un entierro decente mediante pequeñas cuotas de los cófrades.Por el año de 1650, los negros angolas se agremiaron y constituyeron la cofradía en la zona de Pachacamilla, lugar que anteriormente había sido habitado por indios venidos de la zona de Pachacamác, y donde actualmente se ubican la iglesia y el monasterio de las Nazarenas y el local de la Hermandad del Señor de los Milagros. Las condiciones en las que vivían eran de una pobreza absoluta.

En la sede de la cofradía se levantaban grandes paredes de adobe; en una de éstas, ubicada en un ambiente donde se reunían los negros a diario, uno de los angola plasmó la imagen de Cristo en la cruz. La imagen fue pintada al temple y fue hecha con un profundo sentimiento de fe y devoción a la altísima representación del Redentor.

Fue un 13 de noviembre de 1655, a las 2:45 de la tarde, cuando un terrible y destructor terremoto estremeció Lima y Callao, tirando abajo las iglesias y sepultando mansiones, dejando tras de sí miles de muertos y damnificados. El sismo afectó la "zona de Pachacamilla" y las viviendas de los angola se precipitaron al suelo; todas las paredes del local de la cofradía se cayeron, produciéndose entonces el milagro: el débil muro de adobes donde se erguía la imagen del Cristo crucificado quedó intacto, sin ningún tipo de resquebrajamiento.Debido a los daños ocurridos, los angola se mudaron a otro lugar dejando en el más absoluto abandono la pared con la sagrada imagen. Aunque hay otras versiones que dicen que los negros angola se habían retirado del lugar antes del sismo, lo cierto es que después de la catástrofe, casi toda la población limeña se entregó por entero a las plegarias, cánticos y rezos en las derruidas calles y plazas de la Capital, intentando pedir perdón por sus pecados y rogando que no se produzca otro fenómeno de la misma naturaleza.Pasaron 15 años y un vecino de la parroquia de San Sebastián, Antonio León, encontró la imagen abandonada y comenzó a venerarla. Según los relatos de la época, León fue el primero que se preocupó por arreglar la ermita, sin imaginar que a partir de entonces crecería el culto y la devoción al sagrado Cristo de Pachacamilla.

Esta valoración hacia la imagen se vio fortalecida por un hecho grandioso en la vida de Antonio León pues -según cuentan- éste padecía de constantes y espantosos dolores de cabeza debido a un tumor maligno que los médicos, hasta ese momento, no habían logrado curar. Fue entonces cuando Antonio acudió a la imagen y postrándose frente a ella, imploró al Cristo crucificado que remediara su mal, deseo que le fue conferido acabando así su desesperado tormento. Nace entonces en él una más firme convicción religiosa que difundió entre todos sus conocidos lo que causó que en pocas semanas el culto creciera.Entre los creyentes predominaba la gente de color, quienes iniciaron las reuniones los viernes en la noche, y alumbrados por las llamas de sus ceras, llevaban modestas flores, perfumando el ambiente con el sahumerio; todos al unísono entonaban fervorosas plegarias y cánticos al son de arpas, cajones y vihuelas.Empero, dado que la gente acudía en masa a estas reuniones atraída más por la novedad que por la devoción, muchas veces se produjeron hechos de índole distinta a las prácticas religiosas y católicas, por lo que las autoridades civiles y eclesiásticas prohibieron las reuniones en la "zona de Pachacamilla" y ordenaron borrar la imagen del Santo Cristo y de los demás santos que hubieran.Dicha orden se cumplió entre el 6 y 13 de setiembre de l671 por una comitiva especial -compuesta por el promotor fiscal del Arzobispado, un notario, un indio pintor de "brocha gorda" y el capitán de la guardia del Virrey, Don Pedro Balcázar- escoltada por dos escuadras de soldados en caso se produjesen desmanes por la cantidad de vecinos y curiosos que rodeaban el lugar.Cuentan que al subir el pintor la escalera para borrar la imagen, empezó a sentir temblores y escalofríos, teniendo que ser atendido de inmediato para proseguir con su labor. Al reaccionar intentó nuevamente subir y borrar la imagen pero fue tanta la impresión causada que bajó raudamente y se alejó asustado del lugar sin culminar con la tarea encomendada.

Un segundo hombre, un soldado de Balcázar, de ánimo más templado, subió pero bajó rápidamente, explicando luego que cuando estuvo frente a la imagen vio que se ponía más bella y que la corona se tornaba verde; por esa razón no cumplió la orden dada.Ante la insistencia de las autoridades por desaparecer la imagen, la gente manifestó su disgusto y comenzó a protestar con airadas voces y actitudes amenazantes que obligaron a retirarse a la comitiva. Pronto, el Virrey se enteró de los acontecimientos y reflexionando sobre las posibles consecuencias si persistía en borrar la imagen, mandó revocar la orden y acordó que en ese lugar se le rindiera culto y veneración a la portentosa imagen.El 14 de setiembre de 1671 se ofició la primera misa ante el crucificado de Pachacamilla, fecha que coincide con la exaltación de la Santísima Cruz. Conforme avanzaban los días los devotos aumentaban en forma considerable.Venían de lejos en piadosa plegaria y mística romería, comenzando a denominarlo "El Santo Cristo de los Milagros o de las Maravillas".Sin embargo la ira de Dios no se calmaba y volvió a manifestarse en octubre de 1687, cuando un maremoto arrasó con el Callao y parte de Lima y derribó la capilla edificada en honor de la imagen de Cristo, quedando erguida solamente la pared con la imagen dibujada del Señor crucificado.Tan terrible designio originó que se confeccionara una copia al óleo de la imagen y que, por primera vez, saliera en andas por las calles del barrio de Pachacamilla, estableciéndose que a partir de ese momento la procesión tuviese lugar los días 18 y 19 de octubre de cada año.